GNACIO
El pobrecito Ignacio, con sus ojotas agujereadas, su poncho zurcido y su fiel amiga la pequeña iguana, venía de la estancia los Choclos. Los dos buscaban las letras perdidas de sus nombres. En realidad, no puede decirse que las hubieran perdido, pues nunca las habían conocido.
-- Si no conocen las letras de sus nombres deberán buscarlas en la Escuela.--les había dicho el Borrador en jefe.Y a la escuela fueron.
El indiecito Ignacio se quitó la pluma cuando entraron en el aula. ¡Qué verguenza sentían!
-- No se averguencen __ les dijo el señor puntero, dueño y señor de la Escuela--. Nunca es tarde para aprender.
Y haciéndolos sentar en pupitres lustrados les mostró las letras de sus nombres.




OLGUITA .
Cuento de Matilde Muras.
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