El padre de Paquito terminó de contar sus historias y quedó ronco de tanto hablar.
Lo pusieron en la cama con un fomento en la garganta y a Paquito lo mandaron a dormir porque era muy tarde.
Pero nuestro buen amigo no tenía sueño. Los números aprendido desfilaban ante sus ojos:
Todos menos el número diez. Y Paquito, que sabía contar hasta diez, quería conoces ese número tan importante. ¿Quién se lo podía enseñar? Su papá no hablaría ya por varios días y Paquito no quería esperar tanto. El reloj de la sala dio las doce de la noche, la luna asomó su cara de pandereta y el niño parpadeó molesto porque sus rayos blanquísimos lastimaban sus ojos, colorados de sueño.
Parpadeando, Paquito se quedó dormido.
Y yo que soy el hada Aritmética, pequeñita y sabihonda, salgo otra vez de mi cuaderno, avanzo de puntillas y dejo a los pies de Paquito un cuaderno forrado de rayos de luna. Y en la primera hoja dibujo, grandote, el número diez.
Al día siguiente Paquito creyó que había soñado. Tú y yo sabemos que no. ¿O sí?.
Cuento de Matilde Muras.
"Cuento de navidad"
"AMOR PURO AMOR"
lunes, 7 de marzo de 2011
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"MUÑECA DE TRAPO"
"Muñeca de trapo,
bella cuando era nueva
hoy tirada en un rincón
con lazos descoloridos
ojos de un triste mirar.
¿Quién en ese estado te dejo?
¿Quién tu belleza no supo valorar?
¿Quién te dejo tirada en un rincón?
¿Quién rompió tu corazón
muñeca de triste mirar?
Vestida de tul raído por el uso
mejillas coloradas,
aun estando abandonada
quizá por vergüenza
de estar botada en un rincón.
Ya tu dueña te dejo
por otra muñeca nueva
¿De qué sirve quejarse
del destino que te toco?
¿muñeca de triste mirar?.
Esa era la queja de una muñeca de trapo, cuando vio que su dueña la cambio por una muñeca nueva y la dejo en un desván, era una muñeca de ojos verdes y una mirada que destrozaba el corazón, tenia las trenzas desechas, el vestido sucio, descalza pero aun así conservaba su belleza. Pero pasado los años, cuando su dueña, que ya era toda una señorita, al limpiar el desván la encontró y recordó lo feliz que fue con aquella muñeca, dijo: ¡Así como yo fui feliz contigo, así que sea feliz otra niña!, la tomo entre sus manos , lavo a la muñeca, la peino y le puso lazos nuevos en sus trenzas, cambio el vestido viejo por otro nuevo y le puso zapatitos de gamuza. La llevo a un orfelinato para donarlo, pasado un tiempo en el cumpleaños de una niña abandonada, fue envuelta en papel de regalo, la muñeca quedo a oscuras hasta que escucho la voz de su nueva dueña, una niña inocente de cinco años, feliz de tener una muñeca de trapo, desde aquel día la muñeca de triste mirar, tenía el corazón contento porque aprendió que su destino era hacer feliz a las niñas sin importar que cuando crezcan la abandonen en un rincón.
Este cuento es mi aporte a la niñez espero que sea del gusto de ellos. No soy escritora pero es lo que me nace y lo pongo en estas lineas. (Ana Salazar)
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