
En una noche con llovizna, un pueblo pequeño se encontraba en el más profundo silencio; sólo se oía el espaciado golpear de las gotitas de lluvia en las hojas de los árboles de las huertas y en techos.
Durante la pequeña llovizna, un anciano se levantó de la cama a meter del patio un cuero de vaca que se estaba mojando... De pronto, más allá del cerco de una huerta, se movió una luz azul a cierta altura del suelo. Entonces, el anciano se agachó para ver mejor por entre las rendijas del cerco y vio que... ¡Era la Lamparilla!... el anciano se asustó mucho y dio un salto para entrar a su casa y por la puerta entreabierta que había dejado, se puso a observar al fantasma... Bajo la lluvia menuda, a paso lento, la Lamparilla pasó y observó que el agua le chorreaba por el cuerpo y crujiéndole los huesos: Trac, trac, trac, trac, trac, trac, la Lamparilla se fue cruzando la calle hacia el cementerio. Desde aquel entonces, el anciano nunca más quiso salir de su cama cuando empezaba la llovizna.













Dicen que una vez una mujer le preguntó a Einstein qué hacer para que sus hijos fueran más inteligentes y Einstein le respondió:






















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