Cuando Paco Yunque y su madre llegaron a la puerta del colegio, los niños estaban jugando en el patio. La madre le dejó y se fue. Paco, paso a paso, fue adelantándose al centro del patio, con su libro primero, su cuaderno y su lápiz, el niño sintió miedo porque era su primer día de clases y porque nunca había visto a tantos niños juntos.
Varios alumnos quisieron acercársele, pero Paco se pegaba más a la pared y se ponía colorado. ¡Qué listos eran todos esos chicos! ¡Qué desenvueltos! Como si estuviesen en su casa. Gritaban. Corrían. Reían hasta reventar. Saltaban. Se daban de puñetazos .Eso era un enredo.
En ese momento sonó la campana y todos entraron a los salones. El profesor entró y, se paro en medio de todos, Paco se sintió tan triste que quiso llorar. El profesor lo tomó de la mano y lo colocó en una de las carpetas delanteras junto a un niño de su mismo tamaño. El profesor le preguntó:
- ¿Cómo se llama Ud.?
Con voz temblorosa, Paco muy bajito:
- Paco.
- ¿Y su apellido? Diga usted todo su nombre.
- Paco Yunque.
- Muy bien.
El profesor volvió a su pupitre y, después de echar una mirada muy seria sobre todos los alumnos, dijo con voz militar:
-¡Siéntense!
Un traqueteo de carpetas y todos los alumnos ya estaban sentados.El profesor también se sentó y durante unos momentos escribió en unos libros. Paco Yunque tenía aún en la mano su libro, su cuaderno y su lápiz. Su compañero de carpeta le dijo:
- Pon tus cosas, como yo, en la carpeta.
Paco Yunque seguía muy aturdido y no le hizo caso. Su compañero le quitó entonces sus libros y los puso en la carpeta. Después, le dijo alegremente:
- Yo también me llamo Paco, Paco Fariña.
Paco yunque no respondía nada. Este otro Paco le molestaba. Como éste eran seguramente todos los demás niños: habladores, contentos y no les daba miedo el colegio. ¿Por qué eran así? Y él, Paco Yunque, ¿por qué tenía tanto miedo? Miraba a hurtadillas al profesor, al pupitre, al muro que había detrás del profesor y al techo. También miró de reojo, a través de la ventana, al patio, que estaba ahora abandonado y en silencio. El sol brillaba afuera. De cuando en cuando, llegaban voces de otros salones de clase y ruidos de carretas que pasaban por la calle.
Paco Yunque empezaba a volver un poco de su aturdimiento. Pensó en su casa y en su mamá. Le preguntó a Paco Fariña:
- ¿A qué hora nos iremos a nuestras casas?
- A las once. ¿Dónde está tu casa?
- Por allá.
- ¿Está lejos?
- Si...No...
Paco Yunque no sabía en qué calle estaba su casa, porque acababan de traerlo, hacía pocos días, del campo y no conocía la ciudad.
Sonaron unos pasos de carrera en el patio, apareció en la puerta del salón, Humberto, el hijo del señor Dorian Grieve, un inglés, patrón de los Yunque, gerente de los ferrocarriles de la Peruvian Corporation y alcalde del pueblo. Precisamente a Paco le habían hecho venir del campo para que acompañase al colegio a Humberto y para que jugara con él, pues ambos tenían la misma edad. Sólo que Humberto acostumbraba venir tarde al colegio.
El profesor, al ver a Humberto Grieve, le dijo:
-¿Hoy otra vez tarde?
Humberto con gran desenfado, respondió:
- Que me he quedado dormido.
-Bueno- dijo el profesor-. Que esta sea la última vez. Pase a sentarse.
Humberto Grieve buscó con la mirada donde estaba Paco Yunque. Al dar con él, se le acercó y le dijo imperiosamente:
-Ven a mi carpeta conmigo.
Paco Fariña le dijo a Humberto Grieve:
- No. Porque el señor lo ha puesto aquí.
- ¿Y a ti qué te importa? .le increpó Grieve violentamente, arrastrando a Yunque por un brazo a su carpeta.
-¡Señor! .gritó entonces Fariña-, Grieve se está llevando a Paco Yunque a su carpeta.
El profesor cesó de escribir y preguntó con voz enérgica:
-¡Vamos a ver! ¡Silencio! ¿Qué pasa ahí?
Fariña volvió a decir:
- Grieve se ha llevado a su carpeta a Paco Yunque.
Humberto Grieve, instalado ya en su carpeta con paco Yunque, le dijo al profesor:
- Sí, señor. Porque Paco Yunque es mi muchacho. Por eso.
- Muy bien. Pero yo lo he colocado con Paco Fariña, para que atienda mejor las explicaciones. Déjelo que vuela a su sitio.
Humberto Grieve, colorado de cólera, dijo:
- No, señor. Yo quiero que Yunque se quede conmigo.
Humberto Grieve tenía bajo los ojos y sujetaba fuertemente por el brazo a Paco Yunque, el cual estaba aturdido y se dejaba jalar como un trapo por Fariña y por Grieve. Paco yunque tenía ahora más miedo a Humberto Grieve que al profesor, que a todos los demás niños y que al colegio entero.
El profesor se acercó a Paco Yunque, le tomó por el brazo y le condujo a la carpeta de Fariña. Grieve se puso a llorar, pataleando furiosamente su banco.
Paco Yunque no sabía qué hacer. Le pegaría otra vez el niño Humberto, porque no se quedó con él, en su carpeta. Cuando saldrían del colegio, el niño Humberto le daría un empujón en el pecho y una patada en la pierna. El niño Humberto era malo y pegaba pronto, a cada rato. En la calle. En el corredor también. Y en la escalera. Y también en la cocina, delante de su mamá y delante de la patrona. Ahora le va a pegar, porque le estaba enseñando los puñetes y le miraba con ojos blancos. Yunque le dijo a Fariña:
-Me voy a la carpeta del niño Humberto.
-Y paco Fariña le decía:
- No vayas. No seas zonzo. El señor te va a castigar.
Fariña volteó a ver a Grieve y este Grieve le enseñó también a él los puños, refunfuñando no sé qué cosas, a escondidas del profesor.
El profesor dijo:
-Vamos a hablar hoy de los peces, y después, vamos a hacer todos un ejercicio escrito en una hoja de los cuadernos, y después me los dan para verlos. Quiero ver quién hace mejor ejercicio, para que su nombre sea escrito en el Cuaderno de Honor del Colegio, como el mejor alumno del primer año. ¿Me han oído bien? Vamos a hacer lo mismo que hicimos la semana pasada. Exactamente lo mismo. Hay que atender bien a la clase. Hay que copiar bien el ejercicio que voy a escribir después en la pizarra. ¿Me han entendido bien?
Los alumnos respondieron en coro:
- Sí señor.
- Muy bien .dijo el profesor-. Vamos a ver. Vamos a hablar ahora de los peces.
Humberto Grieve dijo:
- Señor: yo he cogido muchos peces y los he llevado a mi casa y los he soltado en mi salón y no se mueren nunca.
El profesor preguntó:
- Pero...¿los deja usted en alguna vasija con agua?
- No señor. Están sueltos, entre los muebles.
Todos los niños se echaron a reír.
- ¡No, no, no! .dijo el profesor-. Los peces mueren fuera del agua, porque no pueden respirar. Ellos toman el aire que hay en el agua, y cuando salen, no pueden absorber el aire que hay afuera.
Después el profesor siguió escribiendo en la pizarra; y después preguntó a Grieve:
- Si se le saca del agua, ¿qué sucede con el pez?
- Va a vivir en mi salón .contestó Grieve.
Otra vez se reían de Grieve los niños. Este Grieve no sabía nada. No pensaba más que en su casa y en su salón y en su papá y en su plata. Siempre estaba diciendo tonterías.
- Vamos a ver, usted, Paco Yunque .dijo el profesor- ¿Qué pasa con el pez, si se le saca del agua? Paco Yunque, repitió de una tirada lo que dijo el profesor:
- Los peces mueren fuera del agua porque les falta aire.
-¡Eso es! .decía el profesor-. Muy bien.
Volvió a escribir en la pizarra.
-¡Bueno! .dijo el profesor, cesando de escribir-. Ahí está el ejercicio escrito. Ahora, todos sacan sus cuadernos y copian lo que hay en la pizarra. Hay que copiarlo exactamente igual.
- ¿En nuestros cuadernos? preguntó tímidamente Paco Yunque.
- Sí, en sus cuadernos .le respondió el profesor.
- ¿Usted sabe escribir un poco?
- Sí, señor. Porque mi papá me enseñó en el campo.
- Muy bien. Entonces, todos a copiar.
Los niños sacaron sus cuadernos y se pusieron a copiar el ejercicio que el profesor había escrito en la pizarra.
Humberto Grieve preguntó:
- ¿Es, señor, el ejercicio escrito de los peces?
- Sí. A copiar todo el mundo.
El salón se sumió en el silencio. No se oía sino el ruido de los lápices. El profesor se sentó en su pupitre y también se puso a escribir en unos libros. Humberto Grieve, en vez de copiar su ejercicio, se puso otra vez a hacer dibujos en su cuaderno.
Al cabo de un rato, el profesor se paró y preguntó:
- ¿Ya terminaron? - Bueno .dijo el profesor-. Pongan al pie sus nombres bien claros.
En ese momento sonó la campana del recreo. Una gran algazara volvieron a hacer los niños y salieron corriendo al patio. Paco Yunque había copiado su ejercicio muy bien y salió al recreo con su libro, su cuaderno y su lápiz.
Ya en el patio, vino Humberto Grieve y agarró a Paco Yunque por un brazo, diciéndole con cólera:
- Ven para jugar al melo. Lo echo de un empellón al medio y le hizo derribar su libro, su cuaderno y su lápiz. Yunque hacía lo que le ordenaba Grieve, pero estaba colorado y avergonzado de que los otros niños viesen cómo lo zarandeaba el niño Humberto. Yunque quería llorar. Paco Fariña y otros niños rodeaban a Humberto Grieve y a Paco Yunque. Un niño flacucho y pálido recogió el libro, el cuaderno y el lápiz de Yunque, pero Humberto Grieve se los quitó a la fuerza, diciéndole:
- ¡Déjalos! ¡No te metas! Porque Paco Yunque es mi muchacho.
Humberto Grieve llevó al salón de clases las cosas de Paco Yunque y se las guardó en su carpeta. Después, volvió al patio a jugar con Paco Yunque. Le cogió del pescuezo y le hizo doblar la cintura y ponerse en cuatro manos.
- Estate quieto así, le ordenó imperiosamente-. No te muevas hasta que yo te diga.
Humberto Grieve se retiró a cierta distancia y desde allí vino corriendo y dio un salto sobre Paco Yunque, apoyando las manos sobre sus espaldas y dándole una patada feroz en las posaderas.
Mucho rato estuvo así jugando Humberto Grieve con Paco Yunque. Le dio como veinte saltos y veinte patadas. De repente se oyó un llanto.
Era Yunque que estaba llorando de las fuertes patadas del niño Humberto. Entonces salió Paco Fariña del ruedo formado por los otros niños y se plantó ante Grieve, diciéndole:
- ¡No! ¡No te dejo que saltes sobre Paco Yunque! Humberto Grieve le respondió amenazándole:
- ¡Oye! ¡Oye! ¡Paco Fariña! ¡Paco Fariña! ¡Te voy a dar un puñetazo¡ Pero fariña no se movía y estaba tieso delante de Grieve y le decía:
- ¡Porque es tu muchacho le pegas y lo saltas y lo haces llorar! ¡Sáltalo y verás!
Grieve le dio un empellón brutal a Fariña y lo derribó al suelo. Vino un alumno más grande, del segundo año, y defendió a fariña, dándole a Grieve un puntapié.Y otro niño del tercer año, más grande que todos, defendió a Grieve dándole una furiosa trompada al alumno del segundo año.
Un buen rato lloverion bofetadas y patadas entre varios niños. Eso era un enredo. Sonó la campana y todos los niños volvieron a sus salones de clase.
Una gran gritería había en el salón del primer año, cuando entró el profesor.. Todos se callaron. El profesor miró a todos muy serios y dijo como un militar:
- ¡Siéntense!
Un traqueteo de carpetas y todos los alumnos estaban ya sentados.
El profesor llamo por lista para que entregasen sus tareas. Grieve se acercó donde Yunque y le dio su cuaderno, pero antes había arrancado la hoja con la tarea que Paco había redactado.
Grieve lo presentó como si fuese suyo, y cuando el profesor llamó a Paco, el pobre buscó la hoja que jamás hallaría. Asi, Grieve, logró injustamente la más alta nota, ingresando al Cuadro de Honor y recibiendo el saludo del director del colegio.
En su asiento, Fariña alentaba a su amigo:
- "¡No seas zonzo! ¡Ya no llores!", pero Paco Yunque seguía llorando.
Temía, pero ahora...
-
[image: MUNDO REPIMEX photo apachewoman3_zpsa3acbcbb.jpg]
Temía estar sola,
hasta que aprendí
a quererme a mi misma
Temía fracasar,
hasta que me dí cue...
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