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"Cuento de navidad"





"AMOR PURO AMOR"

sábado, 20 de noviembre de 2010

"AYAYMAMA"

Hace muchos siglos, en la espesura de la selva, en los márgenes de un afluente del río Napo, que desemboca en el Amazonas, existía la tribu Secoya, del cacique Coranke. Los indígenas de esa zona vivían en cabañas de tallos de palmeras, techados con hojas de la misma planta.

El cacique Coranke tenía una hermosa esposa llamada Nara y una hijita, a quienes amaba con toda el alma. El era un hombre muy valiente y fuerte, continuamente estaba en la selva cazando y guerreando. Tenía una puntería extraordinaria, donde ponía el ojo clavaba la flecha.

Nara era muy trabajadora, su cabellera lucía la negrura del ala del paujil y su piel la suavidad del cedro pulido. Era experta en hacer túnicas y mantas de hilo de algodón, conocía el arte de trenzar hamacas, modelaba ollas y cántaros de arcilla. Cultivaba maíz, yuca y plátanos en una chacra cerca a su cabaña.

Su hijita muy pequeña tenía la belleza de Nara, era una hermosa flor de la selva.

El genio maligno de la selva, el Chullachaqui, con figura de hombre, pero con un pie humano y una pata de cabra, era el azote de los indígenas y de los cazadores blancos que se internaban en la selva para extraer el caucho o para cazar lagartos y anacondas, de los cuales aprovechaban sus pieles. Los cazadores eran ahogados por el Chullachaqui en las lagunas o ríos, o también los extraviaba en la selva y los hacía atacar por medio de las fieras salvajes.

Un día, el genio malo paso cerca de la casa de Coranke y al ver a Nara se enamoro de ella, y se convirtió en pájaro. Con esta apariencia pudo estar cerca a su amada; pero pronto se canso de esta situación, entonces se internó en la selva mato a un indígena para quitarle su túnica con la cual se vistió, ésta le cubría todo el cuerpo. Luego a un niño le quito su canoa y se dirigió a la aldea de Coranke. Al ver a Nara le declaro su amor, pero ella no lo acepto porque amaba a su esposo; Chullachaqui le rogó y le lloro pero ella no cedió, todo cabizbajo se retiro a su canoa y se perdió en las aguas del río.

Nara observo que una de las huellas de la pisada del hombre era la de una cabra y por eso se dio cuenta que se trataba del Chullachaqui, sin embargo le oculto lo ocurrido a su esposo.

Después de seis meses se apareció en la aldea un hombre adinerado, vestía una lujosa túnica, tenia adornada la cabeza con vistosas plumas y con grandes collares en el cuello, fue con dirección a la cabaña de Nara. Al verla le declaró su amor y le ofreció mil regalos, diciéndole: "Ven conmigo y todo será tuyo". En una mano el maligno tenía un guacamayo blanco y en la otra un paujil.

Nara sigilosamente había observado las huellas de este personaje y se dio cuenta de que se trataba de Chullachaqui. Serena le respondió: "Veo que eres poderoso, pero por nada del mundo dejaré a Coranke".

El Chullachaqui furioso dio un grito y salió la anaconda del río; dio otro grito y apareció el jaguar del bosque.

- ¿Ves? - le dijo el maligno - yo mando en toda la selva, todos los animales me obedecen, te matare si no vienes conmigo. - No me importa - respondió Nara.

- Mataré al cacique Coranke.

- El preferiría morir – replicó Nara.

- Te podría llevar a la fuerza ahora, pero serias infeliz conmigo. Volveré dentro de seis meses y si te rehusa te mandaré un castigo más grande.

El Chullachaqui se retiró con sus dos animales, sus regalos y se subió a la canoa, navegando río abajo.

Cuando regresó Coranke de la cacería, Nara le contó lo sucedido. Este decidió permanecer en su casa hasta el regreso de Chullachaqui. Coranke templó un arco y comenzó a rondar por los alrededores de la cabaña.

Pasados otros seis meses el malvado se apareció intempestivamente le dijo a Nara:

"Ven conmigo, es la última vez que te lo pido. Si no vienes convertiré a tu hija en un pájaro, que se quejará eternamente en el bosque y será tan arisco que nadie podrá verla; pues el día en que sea vista, el maleficio acabará tornándola a ser humano".

Pero Nara, en vez de ir con él, comenzó a gritar a grandes voces: "¡Coranke!, ¡Coranke!". El cacique llegó inmediatamente, templó el arco y colocó la flecha enseguida, dispuesto a atravesar el corazón del Chullachaqui; pero este, desgraciadamente, había desaparecido en la espesura de la selva. Coranke y Nara corrieron hacia el lugar donde dormía su hijita pero encontraron la hamaca vacía. Desde el interior de la selva, escucharon por primera vez el lastimoso alarido: ¡Ay, ay, mama! que dio nombre al ave hechizada.

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"MUÑECA DE TRAPO"



"Muñeca de trapo,

bella cuando era nueva

hoy tirada en un rincón

con lazos descoloridos

ojos de un triste mirar.


¿Quién en ese estado te dejo?

¿Quién tu belleza no supo valorar?

¿Quién te dejo tirada en un rincón?

¿Quién rompió tu corazón

muñeca de triste mirar?

Vestida de tul raído por el uso

mejillas coloradas,

aun estando abandonada

quizá por vergüenza

de estar botada en un rincón.

Ya tu dueña te dejo

por otra muñeca nueva

¿De qué sirve quejarse

del destino que te toco?

¿muñeca de triste mirar?.

Esa era la queja de una muñeca de trapo, cuando vio que su dueña la cambio por una muñeca nueva y la dejo en un desván, era una muñeca de ojos verdes y una mirada que destrozaba el corazón, tenia las trenzas desechas, el vestido sucio, descalza pero aun así conservaba su belleza. Pero pasado los años, cuando su dueña, que ya era toda una señorita, al limpiar el desván la encontró y recordó lo feliz que fue con aquella muñeca, dijo: ¡Así como yo fui feliz contigo, así que sea feliz otra niña!, la tomo entre sus manos , lavo a la muñeca, la peino y le puso lazos nuevos en sus trenzas, cambio el vestido viejo por otro nuevo y le puso zapatitos de gamuza. La llevo a un orfelinato para donarlo, pasado un tiempo en el cumpleaños de una niña abandonada, fue envuelta en papel de regalo, la muñeca quedo a oscuras hasta que escucho la voz de su nueva dueña, una niña inocente de cinco años, feliz de tener una muñeca de trapo, desde aquel día la muñeca de triste mirar, tenía el corazón contento porque aprendió que su destino era hacer feliz a las niñas sin importar que cuando crezcan la abandonen en un rincón.

Este cuento es mi aporte a la niñez espero que sea del gusto de ellos. No soy escritora pero es lo que me nace y lo pongo en estas lineas. (Ana Salazar)

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