Los lugareños de la región amazónica narran que en tiempos antiguos, aparecía la famosa “Lamparilla”, que era un esqueleto de un hombre que lleva a la altura del pecho, en el mismo sitio del corazón, una lámpara semejante a ese órgano y con una llama azul como la falda de un lejano cerro en una soleada mañana.
En una noche con llovizna, un pueblo pequeño se encontraba en el más profundo silencio; sólo se oía el espaciado golpear de las gotitas de lluvia en las hojas de los árboles de las huertas y en techos.
Durante la pequeña llovizna, un anciano se levantó de la cama a meter del patio un cuero de vaca que se estaba mojando... De pronto, más allá del cerco de una huerta, se movió una luz azul a cierta altura del suelo. Entonces, el anciano se agachó para ver mejor por entre las rendijas del cerco y vio que... ¡Era la Lamparilla!... el anciano se asustó mucho y dio un salto para entrar a su casa y por la puerta entreabierta que había dejado, se puso a observar al fantasma... Bajo la lluvia menuda, a paso lento, la Lamparilla pasó y observó que el agua le chorreaba por el cuerpo y crujiéndole los huesos: Trac, trac, trac, trac, trac, trac, la Lamparilla se fue cruzando la calle hacia el cementerio. Desde aquel entonces, el anciano nunca más quiso salir de su cama cuando empezaba la llovizna.
Temía, pero ahora...
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Temía estar sola,
hasta que aprendí
a quererme a mi misma
Temía fracasar,
hasta que me dí cue...
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