El niño comenzo con la obra, al terminar el muñeco vio que le faltaban los ojos, boca y nariz; entro a su casa y cogió una muñeca vieja de su madre y le saco los ojos, busco entre sus juguetes, encontró una pelotita, vio un florero con rosas rojas y saco un pétalo, corrió al sitio donde estaba el muñeco, le coloco los ojos de la muñeca vieja, la pelotita como nariz y el pétalo de rosa fueron los labios del muñeco de nieve, vio que le faltaba la ropa, entro nuevamente a su casa y cogió un sombrero de su padre, una chalina de su madre y le coloco al muñeco.
Se sentó a contemplar su obra y sentía que algo le faltaba, se dijo para si:
--¡Si ya se que le falta, le falta un corazón!
Se levanto y busco la piedra en sus bolsillos, luego lo coloco en el muñeco, justo al lado izquierdo de su pecho, al instante vio que el muñeco se movía.
Se asusto y dio un paso atrás, el muñeco se estiro abriendo sus ojos, miro fijamente al niño, sonriendole:
--¡Al fin encontraste mi corazón! -dijo el muñeco- ¡hola Héctor!.
El chico no atinaba a decir nada por la sorpresa.
--No tengas miedo. -dijo el muñeco.
--Yo... como... ¿Como sabes mi nombre?.
--ja...ja...ja... también se que eres un niño muy bueno y que te sientes solo.
--Si, pero tú eres...
--Yo soy, o mejor dicho era un duende de Papa Noel.
--Y que paso contigo.
--Pues nada Héctor, que Papa Noel viéndote solo, y siendo un niño bueno, quiso darte compañía en Navidad. Pregunto quien quería venir y yo me ofrecí.
--¿Y jugaras conmigo?.
--Claro que si.
--¿Te quedaras conmigo para siempre?
--Hummm, solo por noche buena, pero cuando pase todo, saca mi corazón y llevalo contigo, así no estarás solo, cuando lleguen las otras navidades has un muñeco de nieve y pones nuevamente mi corazón en el muñeco y estaré contigo.
Dicho esto los dos se pusieron a jugar, el niño era feliz, reían, se tiraban nieve, cantaron hasta el amanecer. El muñeco le dijo:
--No olvides lo que te dije. Cuando te sientas solo, agarra mi corazón, con el sentirás paz y felicidad.
Dicho esto el muñeco se quedo inmóvil, sin vida.
Héctor se sintió triste, e hizo lo que le dijo el muñeco, tomo el corazón y lo miro con cariño, era una hermosa piedra que brillaba.
El niño ya no se sentía solo, estaba contento de tener un amigo, aunque sea solo un corazón, pero le quedaba la ilusión de volverlo a ver en noche buena.
Recuerda: Nunca estas solo siempre tienes el corazón de alguien que piensa en ti.
Autora: Ana Salazar. Si te gusta, puedes copiarlo con el nombre del autor.(Derechos reservados.)
Felicitaciones, mi querida Ana, me ha encantado este bello cuento.. Soy uno de tus fans..
ResponderEliminarEstaré pendiente a otra creación vuestra.
Kapone