Como saben en Laponia, donde vive Papá Noel, hace un frío terrible, te castañetean los dientes, algunos días se te pegan las pestañas; de los techos de las casas cuelgan unas incisivas y larguísimas estalactitas. En fin... Cabe imaginar que en lugar tan maravilloso como inhóspito, las ardillas usan guantes; los lobos, lustrosas botas de cuero; y los renos, unos graciosos gorros rojos con orlas blancas, que acaban en su punta con un gracioso pompón. Pues... lo que iba a contarles: a punto estaba de llegar a Laponia como a todo el mundo el día de Navidad y Papá Noel amaneció con tos y fiebre.
—Es gripe —decía con los ojos llorosos. Y muy preocupado añadía...— ¡Qué va a ser de mis niñitas y niñitos! ¿Quién repartirá las ilusiones y esperanzas, tantos regalos como ellos esperan!
—Yo —gritó una vocecita pequeña y delgada como un airecillo primaveral que llegaba de la cocina. Papá Noel, pensó en un ratoncito. Lo había visto hacía tiempo protegiéndose del frío del invierno junto a la cocina de leña.
—Yo —repitió la vocecita... que acercándose a Papá Noel, le trajo un gran vaso de leche con miel y un pastelillo—. Yo lo haré. Papá Noel escuchó sin decir nada. Y Mamá Noel, repitió: —Yo lo haré...
Bueno, la verdad es que a Papá Noel ese cambio no le agradó mucho; él, se llevaba los honores; él recibía las cartas de millones de niñas y niños; de él se hablaba en todos los telediarios y periódicos del mundo...
—Está bien —refunfuñó—, está bien. Los tiempos han cambiado. Lo reconozco. He de reconocerlo. Me parece... justo.
Entonces Mamá Noel, consolándole, dijo:
—No te preocupes, Papá. No lo notarán. Llevaré tu traje, me pondré un almohadón para imitar tu barriga, y... ¡Hasta una barba postiza!
Afuera, el trineo estaba preparado. Sonaban los cascabelillos de los arneses y los renos se movían ansiosos y expectantes. Nevaba y de los pinos caían espontáneos puñados de nieve.
—No, no es justo —reflexionó Papá Noel—.No puedo permitirlo. Tú eres tú.
Entonces Mamá Noel, dijo:
—Bien, bien... Veo que los dos estábamos preparados para este cambio...
—¡Atchiss! —contestó Papá Noel.
Mamá Noel comenzó a vestir su propio traje. No se ajustó barba, ni tripa, ni cargó un saco gigante lleno de juguetes sobre su espalda como para demostrar cuan fuerte era para su edad. Se miró al espejo... No estaba mal. Era mayor, pero su rostro reflejaba serenidad. Entonces, mirando a Papá Noel, se despidió:
—Es hora de marchar.
—Sí —dijo él.
—Volveré pronto —susurró ella— dándole un cariñoso beso en la mejilla.
—Te estaré esperando.
Así fue como Mamá Noel, repartió los regalos de Navidad, pero... ¡Siempre hay un pero! Sólo algunas personas, las que esperaban el maravilloso acontecimiento de ver aparecer algún día a Mamá Noel, la vieron, y fueron muy dichosos. Llamaron a las agencias de noticias y, al día siguiente, la noticia que podía oírse y leerse en los noticiarios y en los periódicos, era:
«Mamá Noel repartió los juguetes de este año». «Mamá Noel hizo las delicias de los niños». «El nuevo siglo nos ha traído a Mamá Noel».
Pero Mamá Noel no pensaba sólo en esto, aunque la hacía muy feliz, sino en cómo estaría Papá Noel recuperándose de su gripe. Cuando llegó a su casa de Laponia, y no les cuento ¡cuan cansados estaban los renos y Mamá Noel!, se encontró a Papá Noel cantando y amasando pastelillos en la cocina.
—Hola cielo —dijo ella.
—Hola, mi amor —contestó él.
Era la primera vez que Papá Noel cocinaba. Además, había lavado la ropa y ordenado la casa. Juntos leyeron las noticias de los periódicos, y de todas ellas, la que más les gustó, fue una que decía:
«El año que viene, las niñas y niños del mundo, podrán escribir —indistintamente— a Mamá y a Papá Noel».
¡Lo habían conseguido entre todos! Los cambios en las personas y en las vidas, son así... Primero un deseo, un sueño, una posibilidad; luego, una realidad, y cuando esto sucede... ¡Qué maravilloso el aire de fraternidad que respiran las personas, y qué maravillosa la luz que parece irradiar el mundo!
"Cuento de navidad"
"AMOR PURO AMOR"
viernes, 3 de diciembre de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
"MUÑECA DE TRAPO"
"Muñeca de trapo,
bella cuando era nueva
hoy tirada en un rincón
con lazos descoloridos
ojos de un triste mirar.
¿Quién en ese estado te dejo?
¿Quién tu belleza no supo valorar?
¿Quién te dejo tirada en un rincón?
¿Quién rompió tu corazón
muñeca de triste mirar?
Vestida de tul raído por el uso
mejillas coloradas,
aun estando abandonada
quizá por vergüenza
de estar botada en un rincón.
Ya tu dueña te dejo
por otra muñeca nueva
¿De qué sirve quejarse
del destino que te toco?
¿muñeca de triste mirar?.
Esa era la queja de una muñeca de trapo, cuando vio que su dueña la cambio por una muñeca nueva y la dejo en un desván, era una muñeca de ojos verdes y una mirada que destrozaba el corazón, tenia las trenzas desechas, el vestido sucio, descalza pero aun así conservaba su belleza. Pero pasado los años, cuando su dueña, que ya era toda una señorita, al limpiar el desván la encontró y recordó lo feliz que fue con aquella muñeca, dijo: ¡Así como yo fui feliz contigo, así que sea feliz otra niña!, la tomo entre sus manos , lavo a la muñeca, la peino y le puso lazos nuevos en sus trenzas, cambio el vestido viejo por otro nuevo y le puso zapatitos de gamuza. La llevo a un orfelinato para donarlo, pasado un tiempo en el cumpleaños de una niña abandonada, fue envuelta en papel de regalo, la muñeca quedo a oscuras hasta que escucho la voz de su nueva dueña, una niña inocente de cinco años, feliz de tener una muñeca de trapo, desde aquel día la muñeca de triste mirar, tenía el corazón contento porque aprendió que su destino era hacer feliz a las niñas sin importar que cuando crezcan la abandonen en un rincón.
Este cuento es mi aporte a la niñez espero que sea del gusto de ellos. No soy escritora pero es lo que me nace y lo pongo en estas lineas. (Ana Salazar)
Derechos reservados. Si te gusta, puedes copiarlo con el nombre del autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario