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"Cuento de navidad"





"AMOR PURO AMOR"

lunes, 17 de mayo de 2010

....."BLANCANIEVE Y ROSAFLOR"



Una pobre viuda vivía en una pequeña choza solitaria, en su jardín había dos rosales:

uno de rosas blancas y el otro de rosas encarnadas.

La mujer tenía dos hijas que se parecían a los dos rosales y se llamaban Blancanieve y Rojaflor, eran buenas y piadosas hacendosas y diligentes, no se hallarían otras iguales en el mundo; Blancanieve era más apacible y dulce, a Rojaflor le gustaba correr y saltar por campos y prados cogiendo flores y frutos silvestres.

Mientras Blancanieve prefería estar en su casa ayudándo a su madre en los quehaceres .

Las dos niñas se querían mucho, salían cogidas de la mano.

Blancanieve decía:
-- Jamás nos separaremos.

Rojaflor contestaba:
-- No, mientras vivamos.

La madre añadía:
-- Lo que es de una, ha de ser de la otra.

Con frecuencia salían las dos al bosque, a recoger fresas y otros frutos .

Todos los animales se acercaban confiados y nunca les hizo daño ninguno de ellos, su madre lo sabía y no se inquietaba si se demoraban. Una vez durmieron en el bosque, al despertar en la mañana vieron a un hermoso niño con un vestido blanco brillante, sentado junto a ellas, el niño se levanto las miro con cariño y se perdió en la selva. Miraron las niñas a su alrededor y vieron que habían dormido junto a un precipicio, su madre les dijo que seguramente era un ángel que cuida a los niños buenos.

Blancanieve y Rojaflor tenían la choza de su madre limpia y en orden, al anochecer, cuando nevaba, se sentaban las tres junto al fuego y la madre les leía de un gran libro. Las niñas la escuchaban mientras hilaban a su lado, en el suelo yacía un corderillo y detrás posada en una percha, estaba una paloma dormida con la cabeza bajo el ala.

Durante una velada, llamaron a la puerta:

-- Abre, Rojaflor; será algún caminante que busca refugio- dijo la madre.

Rojaflor abrió la puerta y un oso asomó por la puerta su gorda cabezota negra. Las niñas se asustaron y corrieron a esconderse, el corderillo se puso a valar y la palomita a batir las alas, pero el oso dijo:

--No teman, no les haré daño, sólo deseo calentarme un poco.

--¡Pobre oso! -- dijo la madre -; échate junto al fuego y ten cuidado de no quemarte la piel.
Luego llamo a las niñas, ellas se acercaron con temor y luego lo hicieron también el corderillo y la paloma, ya pasado el susto el oso les dijo:

--Niñas sacudanme la nieve que llevo en la piel, las niñas le sacudieron mientras el gruñía de satisfacción, tendido al lado del fuego.

Al rato las niñas se habían familiarizado con el oso y le hacían mil diabluras, él se sometía complaciente a sus juegos.

Al ser la hora de acostarse, la madre le dijo al oso:
--Puedes quedarte en el hogar, así estarás resguardado del frío y del mal tiempo. A partir de entonces volvió todas las noches a la misma hora; echabase junto al fuego y dejaba a las niñas divertirse con él.

Cuando vino la primavera y todo reverdecía, dijo el oso :
--Ahora tengo que marcharme, y no volveré en todo el verano.

--¿Adonde vas, querido oso?- le pregunto Blancanieve.

--Al bosque a guardar mis tesoros y protegerlo de los malos enanos. En invierno, no pueden salir de sus cuevas por el hielo pero ahora que el sol ha deshelado el suelo subirán a buscar y a robar.

Blancanieve sintió tristeza, cuando se abrió la puerta el oso se alejó rápidamente y desapareció entre los árboles.

Algún tiempo después, la madre las envió al bosque a buscar leña. En el camino encontraron un árbol derribado, cerca del tronco, en medio de la hierba, vieron algo que saltaba de un lado a otro, al acercarse descubrieron a un enanillo de rostro arrugado y marchito, con una larguísima barba, blanca como la nieve, cuyo extremo se le había cogido en una hendidura del árbol y saltaba sin poder soltarse.

Clavando sus ojillos en las niñas les gritó:
--¿Qué hacen ahí paradas? ¿No pueden venir a ayudarme?

--¿Qué te paso enanito?- le preguntó Rojaflor.

¡Tonta curiosa! - replico el enano_ Quise partir el tronco en leña menuda para mi cocina. Ya tenía la cuña hincada, la cuña saltó y el tronco se cerró y quedó mi barba cogida, sin poder sacarla.

Por más que las niñas se esforzaron, no hubo medio de sacarlo.

blancanieve saco unas tijeras del bolsillo y cortó el extremo de la barba. Tan pronto como el enano se vio libre, agarró un saco, lleno de oro, que había dejado entre las raíces del árbol y cargándolo a la espalda, gruño:
--¡Qué torpes! ¡cortar un trozo de mi hermosa barba! ¡Qué les pague el diablo!

Se alejo sin mirar a las niñas.

Poco tiempo después, las hermanas salieron de pesca y al llegar al río vieron al enano que avanzaba a saltitos hacia el agua, como queriendo meterse en ella.

--¿Adonde vas?- le pregunto Roja flor-. Supongo que no querrás echarte al agua, ¿Vedad?

--No soy tan imbécil - grito el enano - ¿No ves que ese maldito pez me arrastra al río?.

Era el caso que el enano había estado pescando y la barba se le había enredado en el sedal, al picar un pez gordo, la débil criatura no tuvo fuerza suficiente para sacarlo y era el pez el que se llevaba al enano al agua. Las chicas lo sujetaron e intentaron soltarle la barba, pero fue en bano.

No hubo más remedio que cortar otro trocito de barba. Pero el enano les grito :
--¡Estúpidas! ¿No bastaba con haberme despuntado la barba, ahora me cortáis otro trozo?

Y cogiendo su saco de perlas se marchó sin dar las gracias.

Otro día, la madre envío a las niñas a la ciudad a comprar hilo, agujas, cordones y cintas. De pronto vieron una gran ave.

Oyeron un penetrante grito de angustia, corrieron y vieron con espanto que era un águila que había hecho presa al enano conocido por ellas y se aprestaba a llevárselo.
Las niñas lo sujetaron con todas sus fuerzas al enano y no cejaron hasta que el águila soltó a su víctima. Cuando el enano se hubo repuesto del susto, gritó:

--¿No podían tratarme con más cuidado?. Me han desgarrado la chaqueta, ¡Torpes!

Cargando su saco de piedras preciosas se metió en su cueva, entre las rocas. La niñas prosiguieron su camino e hicieron sus compras en la ciudad. De regreso por el camino sorprendieron al enano, que había esparcido en un lugar desbrozado, las piedras preciosas de su saco, seguro que nadie pasaría por allí.

Con los rayos del sol las piedras eran brillantes y sus colores eran tan vivos, que las pequeñas se quedaron admiradas de ver algo tan bello.

--¡A qué se paran, con caras de babiecas!-- gritó el enano; su rostro ceniciento se volvió rojo de ira.

Se disponía a seguir con sus insultos, cuando se oyó un fuerte gruñido, apareció un oso negro, que venía del bosque.
Aterrorizado, el enano trató de meterse en su escondrijo, pero el oso lo alcanzó y le propinó al malvado enano un zarpazo y lo dejo muerto en el acto.

Las muchachas habían echado a correr, pero el oso las llamo :

--¡Blancanieve, Rojaflor, no teman, esperen que voy con ustedes!

Ellas reconocieron a oso y se detuvieron, cuando el oso las hubo alcanzado, se desprendió su espesa piel y quedó transformado en un hermoso joven, vestido de brocado de oro.

--Soy un príncipe - dijo - ese malvado enano me había encantado, robándose mis tesoros y condenándome a errar por el bosque en figura de oso salvaje, hasta que me redimiera con su muerte.

Blancanieve se casó con él y Rojaflor, se caso con el hermano del príncipe, luego se repartieron las riquezas que el enano había acumulado en su cueva. La anciana madre de las chicas vivió muchos años tranquila y feliz, al lado de sus hijas.

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"MUÑECA DE TRAPO"



"Muñeca de trapo,

bella cuando era nueva

hoy tirada en un rincón

con lazos descoloridos

ojos de un triste mirar.


¿Quién en ese estado te dejo?

¿Quién tu belleza no supo valorar?

¿Quién te dejo tirada en un rincón?

¿Quién rompió tu corazón

muñeca de triste mirar?

Vestida de tul raído por el uso

mejillas coloradas,

aun estando abandonada

quizá por vergüenza

de estar botada en un rincón.

Ya tu dueña te dejo

por otra muñeca nueva

¿De qué sirve quejarse

del destino que te toco?

¿muñeca de triste mirar?.

Esa era la queja de una muñeca de trapo, cuando vio que su dueña la cambio por una muñeca nueva y la dejo en un desván, era una muñeca de ojos verdes y una mirada que destrozaba el corazón, tenia las trenzas desechas, el vestido sucio, descalza pero aun así conservaba su belleza. Pero pasado los años, cuando su dueña, que ya era toda una señorita, al limpiar el desván la encontró y recordó lo feliz que fue con aquella muñeca, dijo: ¡Así como yo fui feliz contigo, así que sea feliz otra niña!, la tomo entre sus manos , lavo a la muñeca, la peino y le puso lazos nuevos en sus trenzas, cambio el vestido viejo por otro nuevo y le puso zapatitos de gamuza. La llevo a un orfelinato para donarlo, pasado un tiempo en el cumpleaños de una niña abandonada, fue envuelta en papel de regalo, la muñeca quedo a oscuras hasta que escucho la voz de su nueva dueña, una niña inocente de cinco años, feliz de tener una muñeca de trapo, desde aquel día la muñeca de triste mirar, tenía el corazón contento porque aprendió que su destino era hacer feliz a las niñas sin importar que cuando crezcan la abandonen en un rincón.

Este cuento es mi aporte a la niñez espero que sea del gusto de ellos. No soy escritora pero es lo que me nace y lo pongo en estas lineas. (Ana Salazar)

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