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"Cuento de navidad"





"AMOR PURO AMOR"

lunes, 5 de julio de 2010

....."EL MISTERIO DE LAS DOCE PRINCESAS"

Había una vez un rey que tenía doce hijas. El rey estaba muy satisfecho con sus hijas, todas eran bellas.

__Casaré a cada una de ellas con el hijo del rey de un reino vecino. Con eso tendré asegurados los tratados de paz y de intercambios comerciales que más me interesen - se decía.

Las tenía encerradas en una torre y no las dejaba salir más que a pasear un poco por el jardín por las noches, después de la cena, las princesas eran encerradas en el gran dormitorio de la torre y las puertas se aseguraban con candado y cerraduras.

Pero empezó a pasar una cosa rara, todas las mañanas, cuando las doncellas entraban en el dormitorio para despertar a las hijas del rey y ayudarlas a vestirse, encontraban que las suelas de los zapatos de las princesas estaban desgastadísimas, nadie entendía porque por las noches los zapatos de las princesas estaban nuevos.

El aya fue a contarle al rey lo que pasaba, y el rey empezó a preocuparse, mandó a poner más barrotes en las ventanas de la torre y más cerraduras en la puerta. Dobló el número de guardia durante la noche... pero todo fue en vano, los zapatos de las princesas amanecían con las suelas desgastadas .

Por fin el rey decidió proclamar un decreto en el que se anunciaba que aquel que fuese capaz de descubrir el secreto de los zapatos de las princesas recibiría la mano de una de ellas y se sentaría un día en el trono del reino.

Muchos príncipes y nobles intentaron descubrir el misterio, los que se presentaban eran llevados a la torre donde dormían las princesas. Allí se les preparaba una habitación y las propias princesas se ocupaban de servirles la cena. Luego la torre donde estaba el dormitorio de las princesas se cerraba con candados y llaves y el pretendiente quedaba de guardia dentro de ella. Muchos fueron los que intentaron descubrir el misterio pero ninguno logró averiguar el porque de los zapatos desgastados.

Una tarde llegó a las proximidades de la ciudad un viejo soldado que venía de la guerra. Al cruzar un bosque encontró a una anciana que llevaba en la mano un bastón partido :
__Estaba muy viejo porque era de mi abuela. Mira, el puño es de plata. ¿Qué haré ahora sin bastón? Necesito apoyarme en algo firme para poder caminar __se lamento la anciana.

No os apuréis. Yo os haré un bastón nuevo __prometió el soldado.

Dejó su mochila en el suelo, sacó su navaja y cortó una buena vara con la que hizo un nuevo bastón al que puso la empuñadura de plata .

La anciana le invitó a cenar en su cabaña y durante la velada le contó la historia de las doce princesas y sus desgastados zapatos.

__Sí que me gustaría descubrir el misterio __ dijo el soldado.

__Pues nada más fácil, amigo mío. Preséntate en palacio, pero ¡OJO!, ten buen cuidado de no probar nada de lo que te sirvan para cenar.

El soldado dijo que así lo haría, entonces la anciana fue a un rincón de su cabaña, tomó una gran tela de araña que colgaba del techo y se la dio al soldado.

__Cúbrete con ella y te harás invisible. Te será útil en tus andanzas detrás de las  princesas
El soldado dio las gracias y se fue al palacio del rey.

Allí fue recibido bien y le prepararon la habitación en la antesala y le fue servida una apetitosa cena. Las propias princesas vinieron a servirle vino en su copa. El habló muy amablemente con ellas y fingió que comía y bebía, pero no probo nada de lo servido.

Después de un rato, las princesas se retiraron a su dormitorio y el soldado quedó encerrado con ellas dentro de la torre.

Oyó que las princesas abrían y cerraban armarios y cómodas, charlaban entre ellas.

__Esta noche me pondré mi traje de seda azul con bordados de plata __decía una de ellas.

__Yo creo que el soldado no ha probado la cena. Tengo miedo de que no duerma y descubra nuestro secreto __dijo otra princesa.

__¡Ba! Tú siempre estás pensando que nos van a descubrir. Ve a comprobar tú misma, estará dormido lo mismo que los anteriores.

El soldado corrió a la cama y se hizo el dormido. La puerta del dormitorio de las princesas se abrió y la más joven de ellas se acercó de puntillas, lo miró durante un rato y sonriendo volvió a reunirse con sus hermanas.

Sí, duerme como un bendito. Tampoco éste conseguirá casarse con ninguna de nosotras.

Todas se rieron y acabaron de arreglarse para su salida nocturna.

El soldado seguia haciéndose el dormido para que las princesas no sospechen, pero se levanto calladito de su lecho y se cubrió con la capa de tela de araña y se acercó a la puerta que la princesa había dejado entreabierta por descuido, espió lo que estaban haciendo. Todas se habían vestido lujosísimos vestidos de fiesta y se habían adornado con preciosas joyas. Todas llevaban zapatos nuevos de plata y de oro.

Cuando todas las princesas estaban preparadas, la mayor de las hermanas se acercó a un extremo del dormitorio y batió palmas. Inmediatamente una losa del suelo se descorrió y dejó al descubierto la entrada de un corredor que descendía hacia el interior de la torre. Todas las princesas, por orden de edad y dirigidas por la mayor, empezaron a bajar por las escalinatas de piedra; y detrás de la más joven se deslizó el soldado, bien envuelto en su capa de la tela de araña.

Las princesas marchaban con paso ligero por el corredor subterráneo, el soldado caminaba tan cerca de la princesa más joven que al doblar un recodo, tropezó y pisó la cola de su vestido.

_¡Ay, hermanas! Alguien ha sujetado la cola de mi vestido...__ gritó la princesa.
__¡Miedosa! Seguro que te has enganchado en algún clavo __ se rió la mayor. Y siguieron caminando.

Al cabo de un rato llegaron a un bosquecillo lleno de hermosos árboles de plata y rebrillaban con un fulgor maravilloso. El soldado decidió llevarse un recuerdo de aquel lugar, rompió una ramita con tres hojas. Esto produjo un ligero chasquido.

__¡Algo raro ocurre esta noche! __ exclamó la más pequeña de las princesas __ He oído un ruido.

__¿No acabarás nunca de intentar asustarnos? __se enfadó la princesa mayor.

Y siguieron caminando, se acercaron a otro bosquecillo en el que los árboles y los matorrales eran de oro; poco después llegaron a otro en el que todas las hojas aparecían incrustadas de piedras preciosas de reflejos luminosos que centelleaban en innumerables colores distintos. El soldado rompió ramitas en ambos bosques y cada vez se oyó el chasquido. La princesa menor se estremecía de miedo cada vez que oía el ruido, pero no dijo nada para que no le riñiera la hermana mayor.

Al final llegaron al borde de un hermoso lago donde las esperaban doce príncipes en doce pequeñas barcas. Cada una se acomodó en las barcas de los príncipes y empezaron a cruzar el lago. El soldado salto a la barca de la más joven el peso hizo que la barca se hundiera más que las otras, la princesa notó algo extraño y también lo notó el príncipe :

__No sé qué pasa hoy, estoy remando con todas mis fuerzas y nos movemos mucho más despacio que los otros.
Al otro lado del lago apareció un magnifico castillo de cuyas ventanas salía una brillante iluminación y la alegre música de violines, flautas y tambores. Las doce barcas fueron amarradas en la orilla y los príncipes y princesas descendieron a tierra. El soldado saltó a la orilla y los siguió hasta que entraron en el gran salón de baile.

Allí las princesas comenzaron a bailar con sus príncipes al son de las alegres músicas. El soldado, siempre bien envuelto en su tela de araña que le hacia invisible. El soldado se divirtió gastando bromas a los bailarines, a la hermana mayor le arrebató el abanico de la mano y ella lo vio luego desaparecer en el aire : el soldado se lo había guardado en el bolsillo.

Empezó a recelar y la hermana menor le dijo:

__Te digo que algo extraño está pasando esta noche.

__¡Bah!, tonterías __ dijo la hermana mayor y se río.
Las princesas y los príncipes bailaron hasta la madrugada. Para entonces las suelas de los zapatos de las princesas estaban tan desgastadas que algunas hasta tenían agujeros. Entonces, todos volvieron a las barcas y los príncipes llevaron a las princesas hasta el otro lado del lago. Desde allí las hermanas emprendieron el camino de vuelta hacia el palacio de su padre. El soldado les tomo la delantera y cuando las princesas llegaron a su dormitorio, el soldado estaba ya en su lecho y fingía dormir.

__¿Ves? Tus temores eran completamente infundados, hermanita. Esta noche ha sido igual que todas las noches __dijo la princesa mayor a la más joven.

Todas se desnudaron, guardaron sus vestidos en los armarios y las cómodas y se acostaron a dormir. Junto a la pared quedaron alineados los doce pares de zapatos con la suelas desgastadas.

A la mañana siguiente el rey llamó al soldado y le preguntó:

__Dime, ¿has logrado descubrir el secreto de las princesas?

__Antes de que yo os cuente nada, señor, debo haceros una petición. __dijo el soldado.

__Di, pronto __dijo el rey.
__Quiero que me prometáis que vais a perdonar a las princesas lo que han hecho y que vais a tratar de comprender los deseos de sus jóvenes corazones .

__¡No te puedo prometer eso! __dijo el rey.

__Entonces, majestad, no abriré mi boca para contar nada. Y podéis hacerme azotar por el verdugo. No conseguiréis que hable.

El rey lo vio tan decidido y tenía tantos deseos de saber el secreto que prometió lo que el soldado le pedía.

El soldado le contó entonces lo que las princesas hacían durante la noche. El rey llamó a sus hijas y les reprochó lleno de indignación que le hubieran estado engañando durante todo aquel tiempo.

La mayor intentó negar la historia que el soldado había contado.

__Es solamente un viejo aventurero. No creerás la historia que os ha contado, padre mío.

El soldado sacó las ramitas que había cortado en cada uno de los bosques.

__¡Yo oí el ruido que producían las ramitas al quebrarse! __exclamó la menor.

Después el soldado mostró el abanico que había arrebatado de la mano de la princesa mayor y cuando ésta lo vio, bajó los ojos , y le dio vergüenza.

El rey estaba furioso, pero recordó la promesa que había hecho y dijo :

__No os castigaré, pero lo que anuncie en el decreto ha de cumplirse.

Amigo mío, elige entre todas a la que prefieras por mujer. Después te nombraré mi heredero para que te sientes un día en mi trono.

El soldado miró a las princesas y se le llenó el corazón de ternura al verlas tan bellas, tan avergonzadas y con temor. Y habló así:

__Yo elegiría a la mayor, ya que es la que mejor va con mi edad , y también elegiría a la menor porque me ha parecido la más prudente y la más perspicaz...Pero ¿de qué me serviría conseguir la mano de una princesa si no me otorga también su corazón? Y yo sé que el corazón de cada una ha sido ya concedido a un príncipe. Sed generoso, señor, y permitid que las princesas se casen con aquellos a quienes aman y que sean felices. En cuanto a lo del trono algún día... ¿por qué no permitís que ese día sea hoy?

El rey sonrió ante la propuesta del soldado y se levantó de su trono. El soldado se acomodó en el trono y desde allí miró sonriendo a las princesas y a los cortesanos.

__Demasiado elevado para mí. Yo estoy más a gusto cuanto más a ras de suelo __dijo, y abandonó el trono.

Los cortesanos le aplaudieron y las princesas le agradecieron lo que había hecho por ellas.

El rey le estrechó la mano y dijo:

__Me pareces un hombre honrado, inteligente y noble corazón. ¿No querrás quedarte en la corte y ser consejero real?

El soldado aceptó el cargo y desde entonces vive feliz en la corte y ha sido testigo de la boda de las doce princesas danzarinas.

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"MUÑECA DE TRAPO"



"Muñeca de trapo,

bella cuando era nueva

hoy tirada en un rincón

con lazos descoloridos

ojos de un triste mirar.


¿Quién en ese estado te dejo?

¿Quién tu belleza no supo valorar?

¿Quién te dejo tirada en un rincón?

¿Quién rompió tu corazón

muñeca de triste mirar?

Vestida de tul raído por el uso

mejillas coloradas,

aun estando abandonada

quizá por vergüenza

de estar botada en un rincón.

Ya tu dueña te dejo

por otra muñeca nueva

¿De qué sirve quejarse

del destino que te toco?

¿muñeca de triste mirar?.

Esa era la queja de una muñeca de trapo, cuando vio que su dueña la cambio por una muñeca nueva y la dejo en un desván, era una muñeca de ojos verdes y una mirada que destrozaba el corazón, tenia las trenzas desechas, el vestido sucio, descalza pero aun así conservaba su belleza. Pero pasado los años, cuando su dueña, que ya era toda una señorita, al limpiar el desván la encontró y recordó lo feliz que fue con aquella muñeca, dijo: ¡Así como yo fui feliz contigo, así que sea feliz otra niña!, la tomo entre sus manos , lavo a la muñeca, la peino y le puso lazos nuevos en sus trenzas, cambio el vestido viejo por otro nuevo y le puso zapatitos de gamuza. La llevo a un orfelinato para donarlo, pasado un tiempo en el cumpleaños de una niña abandonada, fue envuelta en papel de regalo, la muñeca quedo a oscuras hasta que escucho la voz de su nueva dueña, una niña inocente de cinco años, feliz de tener una muñeca de trapo, desde aquel día la muñeca de triste mirar, tenía el corazón contento porque aprendió que su destino era hacer feliz a las niñas sin importar que cuando crezcan la abandonen en un rincón.

Este cuento es mi aporte a la niñez espero que sea del gusto de ellos. No soy escritora pero es lo que me nace y lo pongo en estas lineas. (Ana Salazar)

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