Cierto día el Tigre estaba cazando. Se sentía en el aire su andar cuidadoso, su hocico olfateando alguna presa, su mirada recta. Todo el bosque parecía suspendido esperando el ataque del hambriento.
Don Juan, el zorro, no era ajeno a este peligro. Sólo que con su acostumbrada astucia, ya pensaba el modo de sortear el problema.
Y llegó el Tigre y se sorprendió de que Don Juan no se diera vuelta a mirarlo con ojos de terror o que escapara dando un aullido. No, Don Juan, apenas lo miró y siguió haciendo lo que parecía ser un trabajo muy importante para él: trenzar una soga . ¿Qué estaba pasando? ¡Y se veía habilidoso, concentrado en su trenza, el zorrito, tanto que casi ni se le veían las manos!
Al Tigre lo comió la curiosidad. Se paró bien enfrente, sacó sus colmillos y rugió:
- Grrrr…gr…..Oiga, Don Juan, soy yo, ¡el malísimo tigre!…
- Ay, sí, perdone, Don, que no me asuste pero, no tengo tiempo para nada, ni para asustarme más de lo que estoy: debo terminar esta soga, sí o sí, en los próximos minutos, ¡oh! Sííí..en los próximos minutos ! – repitió apurando sus manos, que zumbaban en el aire.
- ¿Y eso por qué? – preguntó el Tigre…
- ¡Cómo! Es mi modo de salvarme, por la noticia. Mientras los demás chillan o lloran o mugen o croan por lo que se viene, yo, inteligente y pícaro como soy, preparé el modo de salvarme, el único modo creo…¡ Suerte que llegó el Ángel con el alerta meteorológico!.
- ¿Qué alerta? ¿Qué ángel?
- El ángel de Dios- el zorro paró unos instantes y miró al Cielo- parece que viene un castigo para la gente mala, un viento muy fuerte, un tornado ¿vio? que arrasará con todos…
El Tigre cambió de expresión. Los bigotes se le cayeron del susto. El estaba acostumbrado a enfrentar fieras, de cualquier tamaño y carácter; pero ¡un tornado!
- Don Zorro, le ordeno que termine esa soga y me ate ya mismo al algarrobo*, si no quiere que antes del ventarrón, lo parta en dos con mis pezuñas…
- Ha, ¡Que dilema! ¿Que hago? ¡Y bué! Tal vez llego a tejerme otra, y me ataré aquí, al ladito suyo… para darnos ánimo. Venga Don Tigre, no deseo hacerlo pero, como siempre, el más fuerte, gana – dijo con cara de resignado porque, además de astuto es un buen comediante, Don Juan.
El tigre corrió y feliz como una suave mariposa, abrió sus patas para ser bien atado…
Dicen que Don Juan, rápido, le dio vueltas y más vueltas, lo trabó con varios nudos marineros* y recién allí… largó la carcajada que apenas podía contener, le hizo un gesto de burla al tigre y se fue caminando, despacito, como para gozarlo más .
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