sábado, 7 de agosto de 2010

....."ANDROCLES Y EL LEÓN"

Androcles, esclavo romano, fue llevado por su amo al norte de África, hace muchos siglos. Como la vida del esclavo era penosa, decidió escapar y volver a Roma.

Una noche huyó de la casa del amo, atravesó la ciudad y salió a campo abierto. Ya rendido, llegó a una cueva y allí se quedó dormido.

De pronto, fue despertado por un terrible rugido. Se puso en pie de un salto y vio a la entrada de la cueva un enorme león.

Estaba en la madriguera de la fiera, y el esclavo esperaba una muerte segura. Pero el león no se movía; se quejaba y se lamía una garra de la que manaba sangre.
Androcles, dominando su miedo, llegó cautelosamente hasta la fiera y le alzó la zarpa. Vio que la tenía atravesada por una espina. Con rápido movimiento se la extrajo y detuvo la hemorragia.

El león, aliviado de su dolor, salió de la cueva y volvió pronto con un conejo entre sus dientes. Androcles asó el conejo y sació su hambre. Luego, el león lo condujo hasta una fuente, donde el fugitivo calmó su sed.

Durante tres años vivieron juntos hombre y fiera. Salían a cazar por la mañana, comían en la cueva y, finalmente, reposaban.
Por fin, Androcles sintió vivos deseos de buscar a sus semejantes y, con gran pena, se despidió de su amigo besándole en la cabeza.

Transcurrido un tiempo fue capturado el esclavo por unos soldados y enviado a Roma como fugitivo. Lo condenaron a ser despedazado por las fieras del circo.

El día del salvaje espectáculo el público llenaba el local, y el mismo emperador presidía la fiesta cruel, rodeado de su corte.

Dieron a Androcles una lanza y lo empujaron a la arena del circo. En medio de gran expectativa un enorme león se dirigió con ágiles saltos hacia el hombre.
Este, presa de pánico, dejó caer la lanza; mas la fiera, en vez de atacarlo, movió la cola y lamió las manos del indefenso esclavo.

Androcles reconoció a su fiel amigo de la cueva del desierto. Le acarició el lomo y, abrazo de su cabeza, lloró de emoción.

El público quedó asombrado ante escena tan inusitada, y el emperador, después de escuchar la explicación de Androcles, le devolvió la dignidad de hombre libre.

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