Rosalina llegó a un lugar muy bonito, había árboles, flores, plantas y un río de aguas muy claras. Tenía sed y fue a beber, mientras bebía oyó a un pajarillo que se había caído del nido. Se acercó y con mucho cariño lo cogió. -No llores chiquitín, que tu mamá pronto va a venir. El pajarillo se había hecho daño en una de sus alas. Rosalina con mucho cuidado, lo curó: -¡Ya está!, pronto podrás volar. -Muchas gracias duendecilla, ¿Dónde vás? -Voy al bosque de la luz, ¿Sabes donde está? -Muy cerquita de aquí lo encontrarás, hay muchos duendecillos, igual que tú, están tristes, porque la lluvia arrancó una flor que estaba a punto de abrirse y el río se la llevó. -Yo soy la duendecilla que nació de esa flor. Cuando llegó la mamá del pajarillo, Rosalina se despidió de ellos, y siguió caminando, en su camino, había ayudado a la hormiguita Marisina, al erizo Pinchitos, había hecho ver a las mariposas que no hay que ser vanidosas ni orgullosas, y había ayudado el pajarillo, sus alas ya no eran blancas, ahora tenían todos los colores y eran muy hermosas. Rosalina no tardó en llegar al Bosque de la Luz, allí todo brillaba, había muchos duendecillos que curiosos la miraban y le preguntaban: ¿Quién eres? ¿Qué hermosas son tus alas? -Soy Rosalina, estaba a punto de nacer cuando la lluvia arrancó mi flor y muy lejos de aquí la llevó. -¡Que alegría! Sabíamos que algún día volverías, por eso te esperábamos, ven con nosotros, te llevaremos hasta nuestro rey. Cuando el rey vio a Rosalina, se fijó en sus alas y sonriendo dijo: -Querida duendecilla, tus alas tienen el color de la amistad, de la bondad, de la caridad, eso es lo que necesitabas para llegar. Rosalina contó todo lo que había pasado hasta llegar al Bosque de la Luz, el hijo del rey que estaba allí, miraba muy atento a Rosalina, y mientras la escuchaba, de ella se enamoraba y pensaba: ¡Que hermosa, y que buena es! Cuanto ha pasado, para llegar a nuestro lado! Me gustaría conocerla más y que de mí se llegara a enamorar. Se hicieron muy amigos, siempre ayudaban a los demás y eran muy queridos en aquel lugar. Se enamoraron y después de un tiempo se casaron, todos los duendecillos a la boda fueron invitados, les prepararon una bonita fiesta y vivieron muy felices rodeados de todos sus amigos en el maravilloso BOSQUE DE LA LUZ.
Temía, pero ahora...
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Temía estar sola,
hasta que aprendí
a quererme a mi misma
Temía fracasar,
hasta que me dí cue...
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