domingo, 28 de noviembre de 2010

"ZORRO QUE FUE AL CIELO"

Un cuento que habla del origen de la cañihua, desde la perspectiva andina de del departamento de PUNO.

Dicen los achachilas que cierta vez el zorro se encontraba al lado de un río y melancólicamente observaba las imágenes que reflejaban sus aguas. Se veía a gente bailando, bebiendo y riendo. ¿Qué pasaba? Las aguas del río no hacían más que reflejar la algarabía que allá arriba se vivía: en el cielo estaban de fiesta.

El zorro, que andaba cabizbajo y pensativo, no se dio cuenta que un cóndor había bajado a tomar agua. Al verlo se le ocurrió una gran idea.

- ¿Qué pasa amigo tiwula? – preguntó el cóndor.

- Es que quiero ir a la fiesta que hay arriba en el cielo y sólo, no puedo. ¿Por qué no me llevas tata condori? – dijo el zorro.

El cóndor aceptó de buena gana el pedido del zorro y le dijo que se montara en su espalda. Volando hacia las alturas llegaron al cielo y se unieron a la fiesta. Comieron bastante, bebieron y se divirtieron.

Al cabo de un rato el cóndor buscó al zorro que andaba perdido entre tanta gente alegre y le dijo que ya era hora de volver. El zorro, entusiasmado con el festín, no quiso regresar y se quedó allá arriba. Cansado de esperar, el cóndor retornó sin su compañero a la tierra.

Acabada la fiesta, el zorro, que se había quedado solo, se fue de visita a la casa de una estrella. Como todavía tenía hambre, la estrella le alcanzó una olla de barro y le dio un granito de cañihua para que se hiciera una mazamorra. El zorro miró el grano con desconcierto y pensando que eso no iba a ser suficiente le dijo a la estrella:

- Pero ¿cómo va a alcanzar un solo grano de cañihua para los dos? Eso no alcanza ni para mí.

Y sin que la estrella se diera cuenta, rápidamente aumentó diez granos más a la olla. Así comenzó a preparar su mazamorra de cañihua mientras se le hacia agua la boca.

El zorro contento seguía en la tarea de remover la mazamorra que estaba casi a punto. De pronto la olla comenzó a rebalsar y la mazamorra chorreando, chorreando fue a dar al suelo. Como el zorro andaba muerto de hambre se puso feliz a lamer lo que caía de la olla y casi sin descansar trataba de comérselo todo. Pero la alegría pronto se convirtió en angustia pues la olla seguí rebalsándose y la habitación se iba llenando de cañihua sin que el zorro pudiera hacer nada para detenerla.

La estrella al ver su casa llena de mazamorra se puso muy enojada y colérica y a gritos le dijo al zorro:

- ¡Zonzo nomás siempre habías sido, tiwula! ¿Por qué has aumentado más cañihua? ¿Acaso no te había dado suficiente?

¡Ahora todito te lo vas a tener que comer!

El zorro, arrepentido y triste por su desgracia, se angustió más aún y, no pudiendo hacer nada, pensó que lo único que le quedaba era regresar a la tierra. Entonces se ató a una soga y fue donde la estrella a suplicarle que le ayudara a bajar.

La estrella aceptó ayudarlo y sujetó la soga para que el zorro pudiera bajar.

Camino a la tierra y cuando escasamente le faltaban diez metros, el zorro vio a un loro que volaba frente a él y, liso como era, sin más ni más, lo insultó diciéndole:

- ¡Loro lengua de papa!

- ¡Loro lengua de chuño!

- ¡Yo te puedo matar!

El loro lleno de furia por los insultos del zorro, comenzó a picotear la soga por la que éste descendía. Al ver que la soga se rompía, el zorro comenzó a gritar fuertemente diciendo:

- ¡Extiendan un frazada suave!

- ¡Extiendan una frazada rosada!

- ¡Miren que vengo del cielo!

Los desesperados gritos de zorro fueron vanos. Nadie los escuchó. A gran velocidad cayó en medio de duras rocas y su panza repleta de mazamorra se reventó.

Con la caída la cañihua se esparció por todas partes.

Cuentan los achachilas y awichas (abuelos y abuelas) que fue así como apareció este alimento en el altiplano.

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