viernes, 19 de noviembre de 2010

"EL ZORRO Y LAS DOS PASTORAS"


En un campo solitario vivían dos pastoras, las que pastoreaban todos los días sus llamos y alpacas. Una noche apareció el zorro, pero apareció bajo la forma de un ser humano, de una persona; llegó convertido en una persona muy elegante y vestido con un terno de color café. Llego este hombre donde estaban las pastoras y se presentó muy amablemente. Apenas las pastorcitas lo vieron, de inmediato se enamoraron.

Se pusieron a conversar de cualquier tema y ellas le dicen:
-Pase y tome asiento-, a lo que el hombre accedió gentilmente.

Al ratito el hombre invita a las dos mujeres a efectuar una pequeña fiesta, y les mostró un instrumento llamado bandolina y en eso el hombre se pone a tocar el instrumento y las dos pastoras comienzan a bailar junto a él.
Las dos mujeres estaban tan enamoradas del recién llegado que le regalan como recuerdo una faja cada una. Recibiendo el regalo el hombre se puso más contento.

Ese día, ya un poco tarde él les dice:
-Oye pastoras, ya yo me voy, porque estoy en la hora de retirarme, pero mañana en la noche estaré de nuevo con ustedes-, y así se despidió el hombre.

Cuenta la historia que las dos mujeres quedaron felices y llenas de alegría.

La segunda noche volvió el hombre y nuevamente las pastoras lo recibieron muy contentas y le dicen:
-Pase mi amor, tome asiento- a lo que el hombre entra y se sienta.

-Yo quiero nuevamente invitarlas a efectuar una pequeña fiesta-, les dice el recién llegado.

Las dos pastoras aceptan muy entusiasmadas por el hecho de estar con él, y así sucesivamente empezó la fiesta, baila que baila. Formaban redondela.

En eso las dos pastoras conversaban entre ellas y se decían:

-¿Por qué siempre viene de noche, y por qué nunca viene de día?-

-¿Te propongo que lo tengamos hasta la amanecida, y no lo soltemos hasta ver que pasa?-.

Entonces una lo toma de la mano derecha y otra de la izquierda, el hombre bailando entre medio de las dos, y bailaron harto rato, hasta que llega un momento en que el bailarín comienza a cantar:
-Anturpaypa cullaquita, huaj lalalin, huaj lalalin, tata mama jauquire, huaj lalalin, huaj lalalin (*)-, y así repetía a cada rato.

Las dos pastoras nunca lo soltaban, y se acercaba el momento en que el Tata Inti comenzaría a alumbrar por los cerros más altos.

El hombre trataba de soltarse para irse, pero lo tenían agarrado con tal fuerza que no podía. Al final el hombre elegante se comenzó a transformar en un animal llamado zorro.

Las dos mujeres no entendían qué estaba pasando, y se miraban entre ellas, cuando miraron para afuera el zorro había salido de la casa, y desde afuera estaba parado y mirándolas; la faja que le habían regalado como recuerdo la tenía colgando en la chilla, que es la parte de la cintura, y la bandolina que tenía se había transformado en un hueso de burro que es una parte de la paleta llamada tacataca.

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