....."LOS ENANOS DE LA COLINA"

Erase un sastre y un herrero que al llegar a una colina vieron un grupo de enanos que, jugando a la ronda, cantaban y bailaban con alborozo.

Los dos amigos se quedaron inmóviles ante aquel inusitado espectáculo, pero uno de los enanitos les hizo señas para que entrasen al círculo.

Así lo hicieron. Entonces, el más anciano de los enanos, desenvainando un enorme cuchillo, los afeitó la cabeza y la barba en un abrir y cerrar de ojos.

Los dos amigos temblaban de miedo, pero el viejecito disipó sus temores invitándoles a llenarse los bolsillos con unos trozos de carbón que había cerca de allí.

En esos momentos tocaron las campanas de la medianoche y, de pronto, los bailarines, el viejecito y hasta el montón de carbón desaparecieron como por encanto.

El sastre y el herrero echaron a andar, hasta llegar a una posada. Se durmieron enseguida y, como estaban tan cansados, no se acordaron de vaciar sus bolsillos.

Al amanecer, los dos hombres desocuparon sus bolsillos y ¡cuál no sería su sorpresa al ver que el carbón se había convertido en oro!.

La alegría de los dos amigos fue tan grande que bailaron de contentos. Pero, poco después, el herrero, hombre muy codicioso, regresó a la colina en busca de más oro.

Allí se realizaba la misma escena de la noche anterior. El herrero no soló llenó sus bolsillos de carbón, sino, además, dos sacos que por precaución había llevado. Al sonar las doce y desaparecerlos enanos, emprendió el regreso y durmió en la posada.

Cuando cantó el gallo, el herrero se levantó de un salto, pensando que era muy rico. Pero ¡qué desilusión! De sus bolsillos no salía sino carbón; los sacos y hasta el oro del día anterior eran miserables trozos de carbón.

Entonces, rompió a llorar; pero el sastre, como buen amigo, le regaló la mitad de su riqueza.

Los dos compañeros regresaron a su pueblo. El sastre puso una tienda, se casó y fue feliz. El herrero, aunque ya no pasó necesidades, fue objeto de burla por la joroba que se le formó de tanto cargar carbón.