lunes, 9 de agosto de 2010

....."EL REY MIDAS"

Hace mucho tiempo hubo un rey muy avaro llamado Midas. Era fabulosamente rico, pero deseaba ser más rico aún. Jamás daba limosnas a los pobres y se pasaba el día en el sótano de palacio contando sus caudales.

A cada instante decía :

__¡cuánto daría por ser el rey más rico del mundo!

Una mañana, cuando desayunaba, se le apareció un duende. El rey le dijo sorprendido :

__¿Quién eres?
__Ya lo ves, soy un duende contestole la aparición--. Pídeme la gracia que quieras y te será concedida.

El rey Midas quedó perplejo, pero vio que era la ocasión propicia para conseguir lo que había deseado toda su vida. Y pidió al duende :

__¡Podrías hacer que se convierta en oro todo lo que yo toque?

__Se cumplirá tu deseo __afirmó el duende y desapareció.

El rey, para cerciorarse de la magia del duende, cogió varias monedas de cobre y plata. Apenas las hubo tocado, aquéllas se convirtieron en relucientes monedas de oro. Midas contempló las monedas con los ojos encendidos por el fuego de la avaricia.
Luego, tocó un jarro de porcelana y éste quedó convertido en oro. Seguidamente, tocó los cubiertos de mesa y al momento éstos se convirtieron en oro.

Y así, muy contento y cada vez más codicioso, fue tocando cuantos objetos tenía a su alcance, quedando transformados en oro.

Cuando sintió hambre y le trajeron la comida, al coger un trozo de pan éste se convirtió en un duro pedazo de oro. Intentó acariciar a su gato favorito y lo convirtió en estatua de oro.

Fuera de sí, quiso distraerse dando una cabalgata en su caballo Alazán; pero, apenas tocó al precioso animal, quedó éste transformado en estatua de oro.

Entonces el rey comenzó a llorar sin consuelo y, al escucharlo su única hija, vino presurosa a calmarlo. Mas, cuando Midas tocó a su hija, ésta se convirtió en una hermosa estatua de oro.
__¡Maldito oro, déjame en paz! ¡Duende mágico, quítame el poder de convertir en oro lo que toque!

Reapareció el duende y, apiadandose del rey, lo despojó de la facultad que le había dado. Luego, díjole :

__Ahora Midas, que esto te sirva de lección. El oro no es la base de la dicha; y la avaricia desmedida es fuente de desventuras.

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