Una pastorcilla ayudaba a cuidar el rebaño de su familia, en unos campos cercanos a Belén. Buscaba una pequeña oveja que se había extraviado y subió por una ladera. Al mirar hacia abajo, advirtió mucho movimiento entre los otros pastores y vio como se apresuraban en dirección al pueblo.
Temiendo alguna desgracia, la niña bajó corriendo a preguntar que pasaba y a dónde iban con tanta prisa. Un pastor que la conocía le contestó:
--Vamos a ver al niño que ha nacido en un establo en Belén. Ya estuve allí esta noche pasada y pude ver que es realmente el hijo de Dios. Ahora voy a llevar a su madre una taza de miel.
Y la niña vio que todos los pastores que iban hacia el establo llevaban algún pequeño obsequio en sus manos; quién un un poco de queso, quién un trozo de pan, quién un jarro de leche.
¡Y ella no tenía nada...! Quería ir a ver el milagro, quería ver al niño, pero no quería ir con las manos vacías. Su padre ya había recogido toda la leche, ella se había comido todo el queso y el pan que le dejaron para el almuerzo... No, no tenía nada que llevarle y le daba mucha pena y mucha verguenza no poder hacerle una pequeña ofrenda.
Y se sintió tan acongojada que no pudo evitar que la lágrimas corrieran por sus mejillas.
Y entonces una luz muy brillante apareció ante ella y oyó una voz dulce y serena que le decía:
--Ven conmigo.
Y la luz se acercó a una gran roca y allí, junto a la piedra, surgiendo de la nieve, había una preciosa planta cubierta de flores blancas.
La niña gritó de alegría; Ya tenía un regalo que llevar al establo!.
Recogió las flores tan de prisa como pudo y con ellas en la mano corrió hacia el portal y con una gran sonrisa, se las entregó a María.
Y el niño Jesús también le sonrió a ella desde su cuna de paja.
Temía, pero ahora...
-
[image: MUNDO REPIMEX photo apachewoman3_zpsa3acbcbb.jpg]
Temía estar sola,
hasta que aprendí
a quererme a mi misma
Temía fracasar,
hasta que me dí cue...
No hay comentarios:
Publicar un comentario