miércoles, 10 de noviembre de 2010

"EL VUELO DE LOS CÓNDORES"

Aquel día demoré en la calle y no sabía qué decir al llegar a casa. A las cuatro salí de la escuela, yendo al muelle porque había desembarcado un circo. Vi al barrista Kendall; el domador de fieras, mister Glandys; la bellísima miss Blutner y el payaso Confitito. Cogida de la mano de un hombre viejo, iba una niña muy blanca, sonriente, de rubios cabellos y lindos ojos. Ya estaba oscureciendo. Llegué a casa y todos estaban muy serios.

Mamá me riño blandamente. ¡Que buena era, que sin castigarme me perdonaba! Esa noche soné con el circo.

Llego el sábado y durante el almuerzo mis hermanos hablaron de la función. Papá sonreía aparentando seriedad y sacó pausadamente un sobre. ¡Eran las entradas!. Allí estaban las fotos de los artistas y al final anunciaban el ¡Vuelo de los cóndores!, ejecutado por la bellísima miss Orquídea.

El circo estaba rebosante. El público exclamó al culminar el entreacto:

¡El vuelo de los cóndores!

Sonó la campana y apareció miss Orquida. Serenamente realizó su peligrosa hazaña, pero le ordenaron repetirla. Silencio. Sonó una palmada y la niña se lanzó... ¿Qué le pasó? Nadie lo sabía. Dio un grito horrible y cayó como una avecilla herida... La recogieron, escupió y vi mancharse de sangre su pañuelo. Papá nos hizo salir. Comprendí entonces que había gente muy mala.

Mi padre no quiso que fuéramos más. El sábado el circo volvió a las calles, pero miss Orquídea no estaba. Entré a mi cuarto y por primera vez lloré a escondidas su ausencia. Al noveno día llegué hasta el muelle.

El circo ya se iba. Ella me vio, me sonrió y me dijo al pasar junto a mí:

__"Adiós".

Bajó, sacó su pañuelo y lo agitó mirándome. A las cinco divisé el vapor que manchaba con su cabellera de humo el cielo sangriento del crepúsculo.

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