Un pobre leñador, con esposa e hija, tuvo una aparición.
__Soy la Virgen María, _le dijo la bella mujer_ y sé que eres muy pobre; por eso dame a tu hija, la llevaré al cielo y allí la cuidaré.
El leñador aceptó y la niña fue muy feliz. Vestía de oro, y los ángeles reían con ella.
Catorce años después, la Virgen le dijo:
__Niña debo viajar. Te confiaré las doce llaves del cielo; pero te prohibo usar la número trece. Si lo haces, serás desdichada.
La niña abrió doce puertas, y al llegar a la número trece...
__La abriré _dijo a los ángeles_, pero sólo para curiosear.
Ellos se negaron y ella pensó:
"Entraré y nadie lo sabrá".
Usó la llave prohibida y al abrir la puerta vio un fuego diabólico. Quiso encender la luz y su dedo se volvió dorado de por vida. Cerró la puerta y su corazón casi estalló de pánico.
Días después, la Virgen llegó de su viaje y llamó a la niña:
__¿Usaste la llave número trece? _le preguntó, al ver su dorado índice, y ella negó con cinismo. Pero la Virgen ya lo sabía:
__¡No me obedeciste! ¡No eres digna de estar en el cielo!
Y cayó en un extraño sueño. Despertó en un desierto. Quiso gritar, pero no pudo hablar. Vivió bajo un árbol y se alimentó de hierbas resecas. Al evocar el cielo, lloró lamentándose.
Pasó el tiempo, hasta que el rey de esas tierras halló a la bella joven, que vivía escondida y no hablaba. Así se enamoró, casándose con ella. Al año tuvieron un bebé; y la Virgen llegó al lecho de la reina, para que acepte que usó la llave maldita; pero ella lo negó con la cabeza. En castigo, la Virgen se llevó a su hijo al cieo.
Al saber que el bebé había desaparecido, los funcionarios esparcieron el rumor que la reina habia matado a su propio hijo. Pero el rey, que tanto la amaba, rechazó la infamia.
Un año después, tuvo otro hijo y la Virgen volvió a visitarla :
__Rectifícate y verás al primer bebé, sino perderás al segundo.
Ella siguió negándolo y la Virgen se llevó a su segundo hijo.
Entonces, exigieron al rey que la juzgara; pero él lo rechazó.
Luego, tuvieron una niña. De pronto, la reina estuvo en el cielo:
allí vio a sus felices bebés. La Virgen la alentó a que confiese, pero ella otra vez mintió. Perdió así a su bella hija.
Ante tanto escándalo, la condenaron a morir en la hoguera.
__¡Si, _confesó la reina en pleno fuego_ yo usé la llave maldita!
¡Triunfó la verdad! La reina recobró el habla, una lluvia divina apagó la hoguera y la Virgen descendió con los tres niños.
Los reyes fueron vivados, siendo muy felices desde entonces.
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